Los cuentos de la selva
El libro de la selva, o también llamado El libro de las tierras vírgenes, es una recopilación de 16 cuentos escritos por el poeta británico Rudyard Kipling. Estos cuentos fueron publicados en diferentes revistas entre 1893 y 1894, donde se plantean lecciones morales a través de animales de la selva india. Las ilustraciones de algunas de las historias estuvieron a cargo de John Lockwood Kipling, el padre del autor.
Mowgli, el niño que sabe hablar con los animales
Los primeros 8 cuentos de esta recopilación publicada en 1894, fueron los más populares, los cuales cuentan la historia del famoso personaje Mowgli, el niño de la selva. Las otras historias relatadas en el libro se refieren a personajes que transcurren en diferentes selvas, como el elefante sabio, o Rikki-Tikki-Tavi, la mangosta.
La historia de Mowgli comienza cuando el terrible Shere Khan, un enorme tigre de bengala, ataca a una pareja humana, provocando que estos pierdan a su bebé al momento de escapar. Por suerte, Raksha, una loba se apiada del pequeño y lo adopta como si fuera su propio hijo. Lo nombró Mowgli, que significa “la rana”, debido a su ausencia de pelo.
–Pequeño, desnudo y atrevido –dijo con dulzura Madre Loba. Mientras tanto, el niño empujaba como un cachorro más para acercarse y sentir el calor de la piel de Madre Loba–. Mira, se alimenta con los demás. Así que esta es una cría de hombre. He aquí una loba que va a vanagloriarse durante toda su vida de haber tenido una cría humana entre sus hijos.
Trepaba a los árboles ágilmente. Era para él un ejercicio tan normal como andar. Nadar y correr no tenían secretos para él. Por eso Baloo le enseñó la Ley del Bosque y la del Agua; la ciencia de distinguir una rama sana de una carcomida; la de hablar suavemente a las abejas salvajes cuando tuviera que pasar por debajo de una de sus colmenas, suspendida unos metros por encima de su cabeza; lo que tenía que decir a Mang, el murciélago, cuando éste se empeñara en no dejarlo descansar durante el día, y el lenguaje que tenía que emplear con las serpientes de agua antes de lanzarse a una laguna entre ellas.
Siendo imparcial, hay que reconocer que diez años antes Buldeo se habría enfrentado en pleno bosque con la fuerza de Mowgli. Pero tenía encima a un lobo que obedecía las órdenes del muchacho y, por tanto, no podía ser un animal como los demás. Allí había magia y encantamiento de los malos, pensó Buldeo. Incluso llegó a dudar que su amuleto le sirviese de algo. Se quedó quieto, tendido, paralizado por el terror, temiendo que de un momento a otro Mowgli se convirtiera en tigre.
Las fábulas de la selva
Rudyard Kipling nació en la India, pero bajo el seno de una familia británica, por lo que su educación fue completamente occidental y muy alejado de la selva. Sin embargo, Kipling se dio a la tarea de investigar sobre algunos mitos y leyendas de la India. Estas historias de la selva india fueron utilizadas como pretexto para crear fábulas de animales que ejemplificaran las reglas sobre la seguridad, la familia y las comunidades.
Con sus cuentos, Kipling humanizó a los animales de sus fábulas para jugar con dos ideas: la libertad y el desarrollo de una personalidad crítica y capaz de tomar decisiones; y por otra, la necesidad de pertenecer a la comunidad o a una familia, respetando las normas que hagan posible la convivencia.
––¡Akela! ¡Vuelve a guiarnos! ¡Cachorro humano! ¡Vuelve a guiarnos! No podemos vivir sin Ley. Queremos ser el Pueblo Libre de otros tiempos.
–No ––dijo Bagheera––. Os podéis equivocar. Os puede pasar como la otra vez. Hartos de todo, podéis caer en la antigua locura. Por algo os llaman el Pueblo Libre. Luchasteis por vuestra libertad. Ahí la tenéis. La podéis devorar incluso.
––Me arrojaron de la manada de los hombres y de los lobos ––dijo Mowgli––. En adelante cazaré solo en la Selva.
––Y nosotros contigo ––dijeron los cuatro lobatos.
Como había dicho, Mowgli se fue a cazar en la Selva acompañado por los cuatro lobatos. Aunque no estuvo siempre solo.
En la obra El libro de la selva, Rudyard Kipling vacía todo aquello que ha escuchado e imaginado sobre la selva, para crear fantásticos personajes llenos de fuerza, agudeza y complejidad, que compartan un código ético que les permita vivir en armonía.
Esta obra, que rinde un homenaje a la naturaleza, al mundo animal y a la condición humana ha sido utilizada por Robert Baden-Poweel, un gran amigo de Kipling y fundador del Movimiento Scout, como una de las principales actividades de su sistema educativo. Esto debido a los valores positivos que emanan de las historias y al ambiente fantástico tan adecuado para los niños.
De ahí que los Scouts tomen algunos nombres de animales de la selva para referirse entre ellos, como llamar Viejos Lobos a los Responsables o Scouters, y la Manada de Seeonee para referirse a los niños.
Rudyard Kiplin, “El escritor del Imperio”
Rudyard Kipling, un escritor británico nacido en la India, comenzó su carrera literaria escribiendo cuentos para el periódico La Gaceta Civil y Militar, donde publicó 39 historias entre noviembre de 1886 y junio de 1887. Desde entonces comenzó a escribir sin descanso.
El Pionero, un periódico en Allahabad, en las Provincias Unidas, le dio la oportunidad a Rudyard Kipling de viajar como corresponsal a distintos países. En este tiempo logró escribir 41 cuentos más. Sus historias fueron aceptadas por algunos editores de revistas londinenses.
No es sencillo catalogar a Kipling dentro de algún género, puesto que escribió relatos, cuentos infantiles, novelas y poesía. No obstante, fue reconocido en su época como un excelente poeta.
En 1895 se le ofreció el premio nacional de poesía la Order of Merit, y fue nombrado Caballero de la Orden del Imperio Británico en tres ocasiones, pero Rudyard Kipling rechazó estos honores. No obstante, aceptó con orgullo el Premio Nobel de Literatura en 1907, convirtiéndose en el primer escritor británico en recibir este galardón, y sobre todo, el más joven hasta la fecha.
En total, Kipling escribió cinco novelas, 250 historias cortas y 800 páginas de versos. Es considerado como “El escritor del Imperio”, un título que siempre lo halagó, y que lo acompañó incondicionalmente en sus últimos días de su vida.
Cuando murió en 1936, fue enterrado junto con su esposa en el “Poets Corner” de la Abadía de Westminster, lugar reservado para los miembros más ilustres del Imperio británico, que yacen junto a reyes y reinas.
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