El proceso, de Franz Kafka

En Praga de 1914, un judío de 31 años con aspecto infantil, pulcro y austero, pero con un particular sentido del humor, intenta escribir una historia que hable sobre la burocracia y la ley. No tiene nombre todavía, pero nosotros sabemos que años después se llamará El proceso. Esta novela quedó inconclusa por culpa de la guerra. No eran buenos tiempos. El joven Kafka tuvo que alquilar una habitación y hacerse cargo de la fábrica familiar, razón por la cual dejó de escribir año y medio.

Años después, en 1920, Franz Kafka logra la fama en Austria y en Alemania gracias a sus obras. Lamentablemente no pudo disfrutar mucho tiempo su éxito, porque la muerte lo encontró en 1924 con un ataque de tuberculosis de laringe. Sin embargo, aunque este autor murió muy joven, a la edad de 41 años, sus obras nunca dejaron de brillar y de disfrutar su propio triunfo.

Franz Kafka

Franz Kafka escribió varias historias en su vida, pero sólo publicó una pequeña parte de su trabajo. Su vida nunca fue fácil, se le podría considerar como un escritor atormentado, con insomnio y con fuertes dolores de cabeza. En sus diarios hablaba frecuentemente de “demonios”, “derrumbamiento”, “embates”, “desamparo”, “persecución”, “soledad”, “asalto de las últimas fronteras terrenales”, “agobiante observación de uno mismo y muchas otras expresiones más que aluden a un mundo oscuro, desconcertante y desconocido.

Un poco antes de su muerte, le pidió a su editor y amigo suyo, Max Brod, que destruyera todos sus manuscritos. Por suerte para la literatura moderna, Brod no le hizo caso y él mismo supervisó la publicación de la mayor parte de los escritos que estaban en su poder. Fue así como en 1925, Max Brod retomó aquel borrador que hablaba sobre burocracia y leyes, y lo convirtió en lo que ahora conocemos como El proceso.

Por otro lado, Dora Diamant, la última esposa de Kafka, se tomó bastante en serio la última voluntad de su esposo y guardó en secreto la mayoría de sus últimos escritos, pero sólo hasta que la Gestapo terminó por confiscarlos en 1933. Esto incluye 20 cuadernos y 35 cartas. A la fecha se siguen buscando el paradero de estos textos.

La mayor parte de su vida, Kafka tuvo que trabajar como jurista para una empresa de seguros. Odiaba su trabajo y se desahogaba en sus diarios con numerosas acusaciones contra sí mismo. Su único escape de la cotidianidad burguesa era escribir novelas y cuentos por la noche.

El proceso es una prueba de ello, una novela que detalla sobre la invisibilidad de las instancias, el laberinto de las oficinas, las competencias innecesarias de los empleados y la importancia que le da el individuo frente a la maquinaria del poder.

La historia comienza con el cumpleaños número treinta de Josef K., un empleado de banco que al despertar esa mañana, unos guardias le informan que queda arrestado. Sin embargo, K. no se asusta porque él confía plenamente en su inocencia y en la justicia que su Estado le otorga. Supone que sólo se trata de un mal entendido, o en el peor de los casos, de una broma de mal gusto de sus compañeros del trabajo.

El problema es que dicha detención se sale completamente de lo “normal”. Más que arresto parece un secuestro. Los guardias mandan a K. a su habitación y le “sugieren” que no salga de ahí hasta que se lo indiquen. El motivo del arresto es un misterio, ni si quiera los guardias ni el supervisor lo saben, se declaran empleados subalternos cuya única tarea era informarle a K. que estaba detenido.

Una vez aclarada la situación –que estaba detenido–, los guardias simplemente se marchan y permiten que K. continúe con su vida como si nada. Furon días después cuando recibe un citatorio y comienza a partir de aquí un mundo de pesadilla entre procedimientos, papeleos, largos pasillos y burócratas que sólo saben repetir frases sin sentido. A lo largo de la novela, la ley trata de buscar la culpabilidad de K., en lugar de su inocencia.

El ambiente donde se realiza el proceso es inquietante y amenazador. Las oficinas a las que acude K. tienen tintes claustrofóbicas y con interminables laberintos que llegan a lo absurdo. El personaje principal entra a un largo pasillo, donde el aire es caliente y pegajoso. Quiere escapar pero no encuentra la salida, queda desorientado completamente.

Varias veces intenta intervenir en el proceso a su favor, pero en todos fracasa. Franz Kafka intenta a través de la novela El proceso, interpretar a la ley. Lamentablemente, entre más se esfuerza, menos expectativas tiene de entenderla. La búsqueda de la respuesta se convierte en un fin en sí mismo. Al final de la novela, Kafka llega a una devastadora conclusión, que en realidad no hay un significado: “La ley es la ley”.