Nuestra Señora de París: tragedia y desesperación

Nuestra Señora de París es un clásico de la literatura romántica francesa. Fue escrita en 1831 por el poeta, dramaturgo y escritor francés Victor Hugo. Uno de los escritores más notables en la historia de las letras francesas del siglo XIX. Es considerado un modelo en los temas literarios del Romanticismo, debido a su interés por la pena de muerte, la educación y Europa; temas que procura mencionar en cada una de sus obras.  

Nuestra Señora de París no es una excepción. Es una obra compuesta por once libros, cuyos elementos giran alrededor de personajes marginados, amores imposibles, ambientaciones renacentistas y finales trágicos. Este clásico literario fue escrito en aproximadamente seis meses por encargo de un editor. Y aunque Victor Hugo terminó exhausto, el esfuerzo valió la pena, pues fue bien valorada por los críticos y tuvo gran éxito entre los lectores; sin mencionar el alivio económico que llegó cuando más lo necesitaba.

Nuestra Señora de París narra la tragedia amorosa de una gitana llamada Esmeralda, la cual es objeto de amor y deseo de cuatro hombres, pero que por desgracia nunca encuentra la felicidad con ninguno. Una joven muy atractiva de 16 años que se gana la vida bailando y haciendo trucos en las calles de París durante el siglo XV. Es hija de una prostituta y siempre está acompañada por su cabra Djali.

La novela comienza con la descripción de una celebración popular que se lleva a cabo en el Palacio de Justicia, y a la cual acude Esmeralda. En términos muy generales, Claude Frollo, el archidiácono de la Catedral de Notre Dame, es fuertemente atraído sexualmente por la bella gitana. Se trata de un hombre extremadamente complejo y apasionado por la alquimia, al grado de llegar al borde de la locura; pero sobre todo, es enemigo de los hechiceros, de los gitanos y de los libros al alcance del pueblo, pues teme que estos se levanten contra el Estado.

Frollo también es padre adoptivo de Quasimodo, un joven jorobado y deforme, hijo de una gitana. Quasimodo vivía en la catedral de Notre Dame y era el encargado de tocar las campanas. Su rostro estaba tan deforme que sólo podía ver con un solo ojo, y era prácticamente sordo debido al estruendo que producían las campanas de la catedral. Tenía una extraordinaria fuerza física y una gran agilidad para saltar sobre los techos de los alrededores, aunque prácticamente no salía de la catedral.

La trama de la novela se desarrolla cuando Frollo ordena a Quasimodo raptar a la gitana; sin embargo, el rapto es frustrado por el capitán Febo de Châteaupers, quien logra intervenir a tiempo. Como castigo, Quasimodo es condenado a 50 azotes en la plaza pública. La gente se burla y lanza toda clase de insultos debido a su fealdad. Sólo Esmeralda se compadece y le ofrece un poco de agua, a pesar de que Quasimodo quiso secuestrarla instantes atrás.

Es así como Esmeralda se enamora de Febo por haberla salvado; Quasimodo se enamora de Esmeralda por haberse compadecido de él; y Frollo decide vengarse y hacer todo lo posible para conseguir el amor de la gitana.

Los cuatro personajes principales de la novela son símbolos indiscutibles del romanticismo. Quasimodo representa el amor desinteresado y sacrificado. Esmeralda el amor caprichoso, romántico y soñador que ignora el hecho de no ser correspondido. Frollo es el ejemplo de la pasión sexual dramática y la relación amor-odio. Y Febo, es un claro símbolo del coqueteo superficial y de la lujuria.

Para describir el espacio y los detalles de la historia, Victor Hugo se tuvo que documentar sobre el contexto histórico de París, cuatro siglos atrás. Aunque la historia es sencilla, los personajes de la novela fueron dibujados con suma inteligencia, de tal forma que juntos tejen una complicada red capaz de denunciar aquellos temas que más le interesaban a Victor Hugo: la pena de muerte, la tortura, la inutilidad e inequidad de los reyes, las condiciones deplorables a los que eran sometidos los presos o el maltrato del arte por la ignorancia.

Nuestra Señora de París es una obra magistral que es capaz de desatar emociones a través de la tensión y del dramatismo puro. Sabe Victor Hugo cuándo conmover a su lector con hermosas escenas llenas de amor; y cuando golpear sin compasión con desenlaces trágicos, machados por la muerte y el dolor de sus personajes. En conclusión, Nuestra Señora de París es la representación absoluta de la tragedia y la desesperación.