Frankenstein o el moderno Prometeo

Frankenstein o el moderno Prometeo es una novela gótica escrita por Mary Shelley en 1818. Esta historia fue creada en Inglaterra en el siglo XIX, en los inicios de la revolución industrial; por lo que refleja los avances científicos de la época y los inicios en el uso de la electricidad, una disciplina apenas estudiada y rodeada de un halo de misterio y omnipotencia.

Debido al tratamiento de temas como la moral científica, la creación de vida y la relación de la humanidad con Dios, la novela ha sido considerada como la primera historia de ciencia ficción en la época moderna. A través de la descripción de las investigaciones de Víctor Frankenstein y los medios utilizados para crear a su criatura, Mary Shelley nos advierte sobre las consecuencias que puede traer el desarrollo científico cuando la arrogancia humana predomina, más que el amor al conocimiento.

Esta es la historia del monstruo de Frankenstein

El libro comienza cuando el capitán de un barco ballenero le escribe a su hermana Margaret para contarle que acaba de conocer a un científico llamado Víctor Frankenstein, el cual ha descubierto el secreto para dar vida a la materia muerta y ha creado a un ser vivo utilizando partes de otros seres humanos muertos.

La gran pasión de Víctor eran las ciencias naturales. Él estudió ciencias en la Universidad de Ingolstad y aunque era bueno en la escuela, pronto se obsesionó con un proyecto personal, quería descubrir la forma de regresar a los muertos a la vida. Primero inició como una simple curiosidad, pero con el tiempo su pasión lo llevó más lejos de lo que hubiera querido. Recogió distintas partes de un ser humano en un cementerio y creó su propio ser vivo. No fue hasta que éste cobró vida cuando llegó su arrepentimiento: una cosa tan espantosa no podía tener vida, era pervertido y morboso.

Era demasiado tarde, el monstruo tenía vida y no sólo eso, también tenía sentimientos. Al principio quiso reclamar el amor de su padre, pero al ver que esto era imposible, que ni su padre ni cualquier otro ser vivo lo amaría debido a su fealdad, deseo con toda su alma una compañera que le hiciera compañía. Pero Víctor no se arriesgaría jamás a cometer el mismo error dos veces, por eso el monstruo comete atrocidades matando a los seres que más quiere Víctor, no como una especie de venganza, sino como un hijo al cual nunca se le mostró el camino correcto ni el amor al prójimo.

Muchos piensan que es una novela de terror, sin embargo, aunque está catalogada bajo este género, es una novela más filosófica que de aventuras y acción. Es una novela que te ayuda a reflexionar sobre la educación y una fuerte crítica a la sociedad de su tiempo. Definitivamente no es una historia de miedo, por esa razón las personas que leen esta novela con el fin de asustarse un poco terminan decepcionadas.

Frankenstein o el moderno Prometeo es una historia dramática y romántica. Con el paso del tiempo y gracias a la industria cinematográfica, la figura del monstruo de Frankenstein ha sido tomada para crear historias de terror, aunque en mi sincera opinión, el verdadero monstruo es Víctor Frankenstein, una metáfora del padre que abandona a la suerte a sus hijos. Mary Shelley nos demuestra a través de esta historia porque la falta de educación crea una sociedad vacía y cruel, que la bondad y el amor no nace, se enseñan bajo el calor de un hogar; de lo contrario, en lugar de personas lo que se desarrollan son monstruos que matan todo a su paso.

Cómo surgió la idea del libro de Frankenstein

Mary Shelley y su esposo Percy Bysshe Shelley, ambos escritores, visitaron en 1816 a su amigo Lord Byron que residía en Villa Diodati, Suiza. En esa época hubo una grave anomalía en el clima debido a la erupción del volcán Tambora. Se le conoció como el año sin verano, porque cuando debió haber llegado el verano, la temperatura mundial disminuyó entre 0.4-0.7 ºC, dando como resultado una escasez de alimentos en el hemisferio norte.

Como no había muchas opciones para entretenerse, leyeron una antología alemana de historias de fantasmas. A Lord Byron se le ocurrió como un juego retar a los Shelley y a su médico personal John Polidori a componer una historia de terror. De los cuatro, sólo Polidori terminó la historia, pero fue gracias a este juego donde Mary Shelley tuvo la grandiosa idea de crear a Frankenstein. Por su parte, Lord Byron escribió un fragmento de leyendas sobre vampiros que había escuchado en sus viajes a través de los Balcanes; pues fue este fragmento quien inspiró a Polidori a crear la novela El vampiro en 1819; pero esta es otra historia.

A Mary Shelley le gustaba escuchar las conversaciones de su esposo con el doctor Polidori sobre las nuevas investigaciones de Luigi Galvani y de Erasmus Darwin que trataban sobre el poder de la electricidad para revivir sus cuerpos ya inertes. Erasmus Darwin fue el abuelo paterno de Charles Darwin, un gran difusor de las ideas antirreligiosas en Inglaterra. En cuanto a Luigi Galvani, fue un científico que realizó pequeños experimentos que demostraban la naturaleza y las propiedades de la electricidad. En sus experimentos demostró que aplicando una pequeña corriente eléctrica a la médula espinal de una rana muerta, se producían grandes contracciones musculares en los miembros de la misma. Estas descargas podrían lograr que las patas saltaran igual que cuando el animal estaba vivo.

Pero el científico que realmente inspiró la creación del doctor Frankenstein fue el científico amateur Andrew Crosse, quien solía experimentar con cadáveres y electricidad. Mary Shelley conoció a este extravagante científico en una de sus conferencias, lo entrevistó y pudo sacarle bastante información sobre crear vida a partir de la electricidad. Andrew Crosse afirmaba haber creado pequeñas criaturas en forma de insectos que lograban andar y desenvolverse por sí mismas: “el insecto perfecto, de pie sobre unas pocas cerdas que formaban su cola”.

El científico nunca pudo explicar este fenómeno. Por esa misma época hubo un consenso científico que descartaba la generación espontánea como origen de la vida, así que debido a esto y a ideas religiosas, este científico fue tan criticado que optó por retirarse a la soledad de su mansión. Se le consideraba un ser endemoniado, e incluso el reverendo Philip Smith tuvo que realizar una serie de exorcismos en todas las propiedades de Andrew Crosse, en sus equipos de trabajo y sobre su propia persona. Crosse se volvió huraño y desconfiado, pero siguió investigando hasta el final de sus días.

Mary Shelley terminó la novela de Frankenstein o el moderno Prometeo en 1817, pero reescribió la obra entera en 1831. Podemos conocer el manuscrito original en la Bliblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, la cual se muestra más descarnada y dura que la que conocemos. Mary Shelley describió ese verano como “el momento en que por primera vez salté de la infancia a la vida real”.