Los puentes de Madison County es una novela que cuestiona las familias y los roles de género en las comunidades rurales estadounidenses de los años 60. Más que narrar estereotipos sobre relaciones amorosas o infidelidades, es un libro que aborda temas como el movimiento feminista, la maternidad, la sexualidad de la mujer y su identidad.
Fue escrito por Robert James Waller en 1993. Un escritor estadounidense que se doctoró en Administración de Empresas en la Nelly School of Business de la Universidad de Indiana. Fue profesor de Administración de Empresas y de Economía en la Universidad del Norte de Iowa, hasta que se retiró en 1986 para dedicarse a la escritura. También es conocido por su faceta de músico y fotógrafo.
La historia de la novela se sitúa en 1965, una época donde la mujer estaba acostumbrada a renunciar a sus deseos y pasiones para dedicarse por completo al hogar. Una época donde la mujer casada no tenía fantasías amorosas ni deseos sexuales fuera del matrimonio, de lo contrario eran capaces de arrastrar esa culpa como una penitencia durante toda su vida. Una época donde una mujer que se sacrifica a sí misma es venerada, y donde tener un amor frustrado es como ennoblecer el alma.
Todo comienza cuando Robert Kincaid, un fotógrafo de la revista National Geographic, viaja a un pueblecito de Iowa para realizar un reportaje sobre sus puentes. Por azares del destino conoce a Francesca, de cuarenta y tantos años, dueña de una granja. Fue profesora de literatura en Italia, su país natal, el cual abandonó por casarse con un soldado americano. No es necesario aclarar que entre ambos surge una fuerte atracción que acabó convirtiéndose en un profundo e inesperado amor.
Por fortuna para Francesca, su esposo y sus dos hijos se encuentran de viaje en una feria de ganado. La tentación es fuerte. Robert no conoce el lugar y necesita un guía con tiempo disponible para que le ayude con su sesión fotográfica sobre los puentes cubiertos de la zona. Sin mucho esfuerzo se establece una relación que dura apenas cuatro días, pero que es tan profunda que cambia la vida de ambos.
Debido a esa relación, Francesca debe tomar una decisión importante: fugarse con Robert, un fotógrafo profesional, viajero incansable y con costumbres bohemias con el que seguramente viviría muchas aventuras; o quedarse en casa para llevar una vida tranquila junto a sus hijos y su esposo, al cual no ama.
Los lectores podemos descubrir los sentimientos y las inquietudes por las que pasa Francesca, debido a que es justo su diario el que estamos leyendo. Encontrado por sus hijos tras la muerte de la protagonista, muchos años después.
Hay que tomar en cuenta que aunque el amor entre Francesca y Robert es el eje principal de la novela, el conflicto de la novela no está en si se va con un hombre o con el otro; sino entre continuar con el rol femenino que se espera de ella, de madre-esposa-ama de casa, el mismo que comparte con muchas mujeres de la misma época, que al igual que ella abandonaron su carrera y sus sueños para abandonarse en casa con los hijos; o arriesgarse a la aventura, a la individualidad, a la autonomía y a una sexualidad libre.
A diferencia de muchas mujeres de su época, a ella se le presenta la oportunidad de arrepentirse y cambiar el rumbo de su vida, una nueva oportunidad que tal vez sea la definitiva. ¿O ya es demasiado tarde?
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